Entrevista a Antonio Albanés, secretario de la Junta de Gobierno de Mutualidad de la Abogacía y secretario de Fundación Mutualidad Abogacía

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25 de junio 2021
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Usted viene ejerciendo ininterrumpidamente como abogado desde el año 1975, ¿qué lecciones puede extraer sobre la profesión de la abogacía en base a su extensa experiencia?

Pues que esta profesión es única, no se parece a ninguna otra. Exige unas dosis de empatía con tu defendido o defendida muy altas, pero no deben serlo tanto como para hacerte olvidar la objetividad. Debes ponerte en su lugar, sí, pero solo para entender su situación, pues la solución a su problema viene por tus conocimientos y experiencia, no por tu compasión.

¿Qué futuro augura a la profesión en los próximos años?

Creo que se ampliarán mucho sus ámbitos de competencia. Los ámbitos clásicos de actuación (ejercicio forense, asesoramiento extrajudicial) se están viendo desbordados por la irrupción de nuevas materias como el medio ambiente, la protección de datos, la prevención del blanqueo de capitales que, sin ser ajenas al derecho clásico (soy de los que piensan que todo está en el Código Civil), sí suponen especialidades que hay que atender y en las que el asesoramiento de un abogado debe tornarse en imprescindible. No cuento entre ellas a las nuevas tecnologías, porque éstas no son sino nuevos medios para alcanzar los mismos fines: La defensa de los intereses ajenos. Pero indudablemente hay que conocerlas para dar respuestas más rápidas y efectivas.

¿Cuál considera que ha sido, hasta ahora, el mayor hito de su trayectoria profesional?

Sin lugar a dudas, haber podido mantener mi libertad y mi independencia tras 45 años de ejercicio. Descendiendo al terreno de lo concreto, haber podido aportar algo al resto de mis compañeros en los cargos institucionales que he desempeñado.

Su trayectoria profesional ha estado muy ligada al derecho de seguros. Teniendo en cuenta la situación socioeconómica actual, ¿qué futuro le espera al sector asegurador?

Diría que un futuro prometedor. Tengamos en cuenta que el seguro nace históricamente para dar tranquilidad, desplazando a un tercero (asegurador) los riesgos que acontecen a una persona o empresa. En el Lloyd’s de Londres, que es la institución del seguro mundial por excelencia, hay expuesta una campana que se tocaba antiguamente a medida que los barcos mercantes provenientes del lejano oriente eran avistados durante sus largas travesías. De esta forma, los aseguradores sabían que no habían sufrido tempestades o ataques y que la carga estaba o continuaba intacta.

¿Cuáles cree que son los retos a los que se tiene que enfrentar la industria de los seguros a partir de ahora?

Hay varios. La digitalización es el primero en el tiempo. En muy pocos años, los actores del sector (aseguradores, intermediarios, auxiliares, etc.) que no estén digitalizados se encontrarán al borde de su desaparición. Pero también la defensa de los asegurados debe estar en la primera línea de sus objetivos. Y por supuesto habrá nuevas figuras contractuales, destacando entre éstas el aseguramiento de los riesgos cibernéticos (ciberriesgos) y las nuevas modalidades de responsabilidad profesional.

¿Cuál es su principal meta como secretario de la Junta de Gobierno de Mutualidad de la Abogacía y como secretario de Fundación Mutualidad Abogacía?

Seguir avanzando en el camino de la modernización iniciado en el año 2.005 con la transformación a un sistema de capitalización individual. En los tiempos que corren, con un sistema público en serias dificultades por razones de todos conocidas, poder moldear tú mismo tu futura jubilación en función de las aportaciones que realices me parece la opción más congruente para un profesional; ello sin contar con los numerosos productos de que dispone la Mutualidad para complementarla o para atender otras necesidades. Y en cuanto a la Fundación, poder ampliar el número y la calidad de las prestaciones asistenciales con base en principios de solidaridad.

¿Qué camino seguirá para alcanzar estas metas?

Solo conozco uno: El del trabajo y la dedicación a las tareas encomendadas.

Recientemente ha publicado su primera novela, Paisajes de sombras, que tiene como telón de fondo el mundo de los tribunales. Durante su trayectoria profesional, usted ha dirigido más de 5.000 asuntos ante los tribunales, ¿hasta qué punto su experiencia personal ha sido una influencia directa en la narrativa de su libro?

Bueno, una novela es una obra de ficción, no está basada en ninguna experiencia real; pero indudablemente la obra está impregnada de lo que ha sido mi quehacer diario en todos estos años: El mundo de los tribunales. Hay lugares y situaciones reales, que he rescatado de la memoria, pero solo eso, el resto es ficción, la historia no es real. Pero por encima de todo he querido plasmar algo que solo los abogados sufrimos en nuestras carnes: Los problemas derivados de la defensa de algo que pugna con nuestra conciencia. La solución profesional a este dilema es fácil: Debes abstenerte. Pero en la novela he querido tratar la otra parte: El conflicto interior, el humano.

A lo largo de su carrera, usted ha realizado varios cursos especializados en Arbitraje Mercantil, Sociedades Mercantiles y Empresas Multinacionales, entre otros. ¿Qué papel considera que juega la formación permanente en la vida profesional de un abogado?

Vital. Quien no está formándose continuamente se quedará atrás, es así de duro. No solo cambian las leyes, también la jurisprudencia. Situaciones tratadas por los tribunales de una forma hace años pueden ser tratadas de forma diferente ahora. Nuestro Código Civil dice que las normas jurídicas deben ser interpretadas de acuerdo con la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas. Ello obliga a estar permanentemente formados.

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